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Mostrando entradas de julio, 2011

Por qué las lesbianas deben ser femeninas.

Porque son mujeres. Y las mujeres, según dicta el buen esencialismo, debemos obedecer feliz y ciegamente el estereotipo femenino. Ser "femenina" incluye adoptar el modus vivendi que nos han impuesto por siglos. La forma de pensar, sentir y hablar. La forma de vestir, nuestras expectativas y nuestros gustos. "Es estúpido que una lesbiana se fije en otra que trae corte de pelo militar, que quiere parecer hombre. Mejor me consigo un hombre". Me imagino que una hembra deja de serlo si deja de ser mujer. Si se corta el cabello chiquititito, en automático su vagina se cierra y le brota un pene. Por eso mejor liarse con un hombre, que con una hembra convertida en macho porque desobedeció las Normas Sociales para Señoritas Decentes. Tiene perfecto sentido.

Yo no tengo instinto materno.

Yo no tengo ganas desesperadas de tener bebés. No se me antoja cargar bebés recién nacidos o nacidas de otras personas. No tengo nada de ganas de que me crezca el vientre y me salgan estrías. Tampoco se me antoja despertarme durante la madrugada. Definitivamente, no quiero amamantar. No quiero ni parir ni que me abran el vientre. No se me antoja verme limitada por tener una cría que cuidar. Me han hablado de un tal reloj biológico que en algún momento me va a despertar la urgencia de partirme en dos por el dolor del parto. Aún no me sucede, y no sé si a algo así se le pueda llamar instinto. La verdad, estoy escribiendo sin ningún fundamento, ayer una amiga médica me dijo que efectivamente las hormonas te vuelven una madre súper dulce y abnegada. Es decir, que ese asunto es biológico. Claro que no influye la socialización, que a las niñas nos regalen muñequitas y nos enseñen que cuidar bebés es la cosa más divertida del mundo. No, para nada. Si eso es instinto. No sé si después me den g
Siempre hubo en mí, al menos, dos mujeres: una mujer desesperada y perpleja que siente que se está ahogando y otra que salta a la acción, como si fuera un escenario, disimulando sus verdaderas emociones porque ellas son la debilidad, la impotencia, la desesperación y presenta al mundo sólo una sonrisa, impetu, curiosidad, entusiasmo, interés. Anais Nin.