Tu pareja no se merece que le hables mal sólo porque tú sientes cansancio, estrés, hambre o cualquier otra cosa. De lo contrario tendría que resignarse a una vida de violencia a tu lado, porque vamos, el estrés y lo demás son inevitables en la vida. Tus hijos e hijas no se merecen que les grites sólo porque tú no tienes paciencia, ni porque ya les pediste las cosas varias veces de buena gana y no te obedecieron. Tu pareja no se merece que la golpees o insultes si no te obedece, si no se porta como quieres, si te fue infiel. Puedes terminar la relación si hace algo que te resulta intolerable, pero jamás maltratarla por eso. Ni física ni emocionalmente. Tus hijos e hijas no merecen golpes, ni siquiera leves, sólo porque no sabes de qué otra forma educar. Pide asesoría, piensa qué hacer, pero no justifiques el maltrato físico y/o emocional sólo porque a ti te lo hicieron “y no te pasó nada”. Sólo si creemos que la violencia es injustificable, podemos detenerla.