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Mostrando entradas de marzo, 2013

Cero iniciativa.

Tú creces y en cuanto puedas te casas o te vas a vivir con un hombre. No esperas ni un año cuando tienes el primero de una serie de embarazos. No es opcional. Después crías a tus hijos e hijas, haces todo el quehacer doméstico, no esperas nada a cambio. Tu trabajo no es remunerado, sólo te mantienen para que no te mueras de hambre (más o menos como a una esclava). Tienes que pedirle permiso a tu esposo para salir, y él toma tus decisiones: si trabajas por dinero o gratis en la casa, cuántos embarazos tienes y cuando, qué ropa usas, a quiénes puedes ver y a qué horas tienes que estar en la casa. La palabra "sírveme" te la dice con relativa frecuencia, y tú no ves nada malo en ello. Así creces, así pasan los años y un día tus hijos e hijas se van de casa. Acabas de perder la mitad de la identidad. Eras una madresposa, tus planes de vida, tus sueños, tus ganas, se reducían a cuatro paredes y aquellas personas a las que tenías que servir. Tu cuerpo se arruina, ya no eres joven