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Mostrando entradas de julio, 2018

Personal shit

Tengo expectativas demasiado altas, o estoy mal informada. Sé que las posturas en yoga toman tiempo para ser dominadas, porque tengo una vida entera viendo cómo las personas adquieren flexibilidad y fuerza. También sé que se necesita tiempo para aprender un idioma, porque he visto un montón de bebés aprendiendo a hablar, y gente progresar a través de los niveles en un curso de idiomas. Pero en esto que hago ahora, todo lo que veo son expertas en el tema que saben muchísimo y que al parecer, no batallan un gramo. En particular, tengo preguntas sobre estadística muy concretas, y cuando busco en foros mi pregunta, encuentro respuestas con explicaciones súper complejas que no me sirven de nada. Como cuando buscas algo en Wikipedia y ves que está lleno de vínculos a otros conceptos que tienes que entender primero, antes de seguir en el artículo principal. Vas a esos vínculos y están llenos de conceptos que requieren más conocimiento previo y así hasta el infinito. Decidí empezar de

Las feministas de antes.

El feminismo de antes fue el que consiguió el voto femenino. Fue el que nos dio acceso a la educación, a la política. Fue también el que nos permitió tener propiedades, y ganar dinero por nuestro trabajo. El feminismo de antes, sin embargo, no nos libró de las violaciones. De los feminicidios. De esas discriminaciones cotidianas que vivimos las mujeres todos los días. De la discriminación laboral. De la doble jornada. De esto nos va a salvar el feminismo actual. Nota: esta parece la entrada más tonta y obvia del mundo, pero con la cantidad de tipos que me han dicho que el feminismo de antes era mejor que el de ahora...

Indefensión aprendida.

La herida que tiene el elefantito en la pata delantera derecha, se extiende siete centímetros horizontalmente. La gruesa cuerda que la provocó, no se ha desgastado un ápice en las semanas que el pobre animalito ha tratado de deshacerse de ella. Cada nuevo esfuerzo por librarse de su atadura, acaba con un fracaso idéntico al anterior. En sus ojos se ve cómo su ánimo va menguando, hasta que un día deja de intentarlo. Se ha resignado, no hay nada que pueda hacer. Suspira con tristeza y se rinde a su destino para siempre. Todas conocemos esta historia horrenda y cierta que ilustra perfecto cómo perdemos la esperanza en el cambio, cuando por un periodo largo todos nuestros intentos resultan en fracaso. Sobre todo cuando estos fracasos son consecutivos. Le llamamos indefensión aprendida. La historia del elefante y su atadura es más popular que los experimentos con perros de Overmier y Seligman en 1967, tal vez porque la gente sigue yendo a los circos a aplaudir el maltrato animal, mientr