La mayoría de las veces, cuando comento doy talleres de la violencia contra las mujeres, algún hombre -y a veces alguna mujer-, me señalan que también los hombres son víctimas de la violencia. Tal vez se deba a un error de entendimiento suponer que porque hablo de violencia contra ellas, estoy ignorando la que llegan a sufrir ellos. Tal vez deba empezar diciendo: miles de hombres y mujeres son víctimas de diversas formas de violencia, y luego explicar por qué es diferente para ambos grupos.
Empezando con los números, la mayoría de los perpetradores son hombres. La guerra, movida por el ansia de poder, es un problema relacionado con el género. Difícilmente se encuentra una mujer que quiere conquistar un país o es líder de un ejército. La violencia es un atributo del género masculino (se promueve entre los hombres, más que entre las mujeres. A nosotras nos empujan a ser más compasivas). La mayoría de las víctimas adultas de agresiones sexuales son mujeres, agredidas normalmente por hombres. Muchos se quejan de que por género, los hombres sienten vergüenza de denunciar. Tampoco ellas denuncian, no por vergüenza siempre, pero sí por compasión con su agresor.
Ahora, también es ingenuo tratar de ignorar el contexto. Ellos no son educados para quedarse con los hijos e hijas después de una separación. Cuidando hijos e hijas es difícil a veces encontrar trabajo, y comúnmente reciben sueldos menores a los hombres. Ellas tienen menor educación formal en general. Muchísimas tienen que solicitar pensión alimenticia porque el hombre no la da voluntariamente, y son muchos menos los casos de mujeres que deciden no alimentar a sus hijos e hijas, que los de hombres que se escapan de esta responsabilidad. Así, al menos en lo que a violencia de pareja se refiere, ellas tienen menos posibilidades de salir de una relación violenta, porque la economía no se los permite. Un hombre víctima de violencia difícilmente se ve en esta situación. Normalmente nadie les pregunta qué hicieron para provocarlo. A ellas sí. En ellos se tolera la infidelidad, en ellas no tanto.
No estoy negando que también hay hombres que no pueden siquiera salir de su casa y que tienen terror de que la mujer los asesine. Sólo me gustaría que entendieran que el contexto machista de casi todos los países (¿todos quizá?) les da más facilidades a los hombres que a las mujeres y que en general, las mujeres son con más frecuencia víctimas que victimarias.
Otra diferencia es que cuando ellas son violentas con sus hijos e hijas, normalmente buscan ayuda para dejar de ejercer violencia. Se apegan al tratamiento y muestran un arrepentimiento profundo (yo sé que no en todos los casos, pero una excepción no hace una regla), a diferencia de los hombres agresores que suelen culparla a ella y no reconocer su violencia al grado de no someterse a tratamiento para dejar de ser agresores. Este año, tuvimos en un taller sobre maternidad bien tratante, aproximadamente cien mujeres, en comparación con los ocho hombres que terminaron un tratamiento para eliminar su propia violencia.
Me falta profundizar en el tema porque no tengo mucho tiempo, pero espero que esto sirva para que algunas personas dejen de pretender que hagamos el mismo esfuerzo en los casos de violencia contra los hombres que contra las mujeres. La violencia contra las mujeres es una epidemia, y nuestro esfuerzo está dirigido a promover un ambiente no machista que no orille a las mujeres a ser víctimas. Cualquiera que esté interesado en crear organizaciones para defender a los hombres víctimas de violencia es libre de hacerlo, pero por favor no la equiparen, porque en este mundo patriarcal las dos formas de violencia nunca serán iguales.
Empezando con los números, la mayoría de los perpetradores son hombres. La guerra, movida por el ansia de poder, es un problema relacionado con el género. Difícilmente se encuentra una mujer que quiere conquistar un país o es líder de un ejército. La violencia es un atributo del género masculino (se promueve entre los hombres, más que entre las mujeres. A nosotras nos empujan a ser más compasivas). La mayoría de las víctimas adultas de agresiones sexuales son mujeres, agredidas normalmente por hombres. Muchos se quejan de que por género, los hombres sienten vergüenza de denunciar. Tampoco ellas denuncian, no por vergüenza siempre, pero sí por compasión con su agresor.
Ahora, también es ingenuo tratar de ignorar el contexto. Ellos no son educados para quedarse con los hijos e hijas después de una separación. Cuidando hijos e hijas es difícil a veces encontrar trabajo, y comúnmente reciben sueldos menores a los hombres. Ellas tienen menor educación formal en general. Muchísimas tienen que solicitar pensión alimenticia porque el hombre no la da voluntariamente, y son muchos menos los casos de mujeres que deciden no alimentar a sus hijos e hijas, que los de hombres que se escapan de esta responsabilidad. Así, al menos en lo que a violencia de pareja se refiere, ellas tienen menos posibilidades de salir de una relación violenta, porque la economía no se los permite. Un hombre víctima de violencia difícilmente se ve en esta situación. Normalmente nadie les pregunta qué hicieron para provocarlo. A ellas sí. En ellos se tolera la infidelidad, en ellas no tanto.
No estoy negando que también hay hombres que no pueden siquiera salir de su casa y que tienen terror de que la mujer los asesine. Sólo me gustaría que entendieran que el contexto machista de casi todos los países (¿todos quizá?) les da más facilidades a los hombres que a las mujeres y que en general, las mujeres son con más frecuencia víctimas que victimarias.
Otra diferencia es que cuando ellas son violentas con sus hijos e hijas, normalmente buscan ayuda para dejar de ejercer violencia. Se apegan al tratamiento y muestran un arrepentimiento profundo (yo sé que no en todos los casos, pero una excepción no hace una regla), a diferencia de los hombres agresores que suelen culparla a ella y no reconocer su violencia al grado de no someterse a tratamiento para dejar de ser agresores. Este año, tuvimos en un taller sobre maternidad bien tratante, aproximadamente cien mujeres, en comparación con los ocho hombres que terminaron un tratamiento para eliminar su propia violencia.
Me falta profundizar en el tema porque no tengo mucho tiempo, pero espero que esto sirva para que algunas personas dejen de pretender que hagamos el mismo esfuerzo en los casos de violencia contra los hombres que contra las mujeres. La violencia contra las mujeres es una epidemia, y nuestro esfuerzo está dirigido a promover un ambiente no machista que no orille a las mujeres a ser víctimas. Cualquiera que esté interesado en crear organizaciones para defender a los hombres víctimas de violencia es libre de hacerlo, pero por favor no la equiparen, porque en este mundo patriarcal las dos formas de violencia nunca serán iguales.
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Un saludo.