O es que se volvió otoño y cuando hay otoño en el aire las cosas cambian. ¿Nos gusta a todas los casi finales? Los jueves, las 7 de la tarde, octubre, el morado. A lo mejor es que estábamos hartas del año porque ha sido difícil y de pérdidas y muertes y muchísima confusión, pero octubre es como el inicio del fin y queremos creer que el desmadre se va a componer cuando se acabe el año.
Porque así somos las personas. Tontas.
Estos días he estado demasiado consciente de lo afortunada que soy de vivir en una ciudad tan, tan bonita. De que siempre esté nublado y cuando hace sol es inofensivo. Casi todo me parece fácil y bonito. Tal vez es Hannah y vivir con ella. Estar enamorada. Que me paguen por jugar todo el día, prácticamente. Estar rodeada de personas brillantes, capaces de tener conversaciones con muchos matices y casi ningún dogma. Era todo lo que quería, por lo que escapé del rancho horrendo ese donde vivía.
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El rancho horrible donde vivía tiene las lluvias de verano más hermosas del mundo. De esas que son tan ruidosas que no te oyes los pensamientos y por ende, todo está bien. El rancho horrible fue el lugar donde nacieron muchas de las personas más buenas que conozco. El rancho horrible está lleno de snobs y mierda elitista y superficial, pero incluso los snobs son cálidos y amistosos. Aparte el acento ranchero está bien bonito. Extraño todos los días las conversaciones que tenía con un par de personas, y que ahora se han vuelto escasas por la diferencia horaria y los nuevos trabajos. Extraño mucho a mi familia.
Estos días me siento a salvo.
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Lily está creciendo súper rápido. No me cabe el amor en donde sea que se procesa en el cerebro. Quiero decir que me abruma, y que mi lado más primitivo hace sonidos a lo pendejo porque no encuentro rápido las palabras. Luego traduzco ese sentimiento en: "se me apachurra el corazón, ¿qué pedo con el amor y el instinto?".
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