Me preguntan cómo salvar sus matrimonios. Esto significa resolver los problemas de pareja para continuar una relación con alguien a quien temen, alguien que no las trata como si las amara, alguien que ya no aman. Yo les pregunto si de verdad prefieren salvar su matrimonio que salvarse ellas.
Casi siempre la violencia deja a las mujeres profundamente deprimidas, muchas de ellas, presas de una depresión eterna contra la que ningún antidepresivo hace algo. No es raro entonces, que muchas de ellas opten por el suicidio, al ver que no pueden dejarlos porque hay un mandato de salvar matrimonios y salvar la familia, antes que salvarse ellas mismas. Como por supuesto, no quieren dejar a sus hijas e hijos a merced de un hombre violento, en los casos más desesperados, lxs matan y se matan ellas.
Los periódicos entonces comentan que una loca desnaturalizada asesinó a sus chiquitxs. El monstruo es ella. No nos sorprenda entonces que en un mundo donde toda la responsabilidad recae en ella, y donde está antes el matrimonio y la familia, que la seguridad y felicidad de una mujer, ellas no puedan dejarlos, y ante el terror y sufrimiento porfundo que estos hombres generan, terminen salvándose a través de la única opción que les parece correcta: la muerte.
Opino entonces que primero debemos salvar la integridad psicológica y física de las mujeres, antes que instituciones que nadie sabe bien de dónde mierdas salieron, como el matrimonio y la familia. No es que no crea en el amor de pareja y en lo bonito que puede ser una familia. Sé que cuando funcionan pueden ser una de las fuentes más generosas de felicidad. Pero cuando no, se vuelven una cárcel asfixiante, y entonces parecen meras instituciones con una existencia absurda, pues derivan justo en lo contrario de lo que supuestamente debían hacer. O en otras palabras, terminan por ser el origen de todo el sufrimiento de quien las instituyó en primer lugar, para ser feliz.
Casi siempre la violencia deja a las mujeres profundamente deprimidas, muchas de ellas, presas de una depresión eterna contra la que ningún antidepresivo hace algo. No es raro entonces, que muchas de ellas opten por el suicidio, al ver que no pueden dejarlos porque hay un mandato de salvar matrimonios y salvar la familia, antes que salvarse ellas mismas. Como por supuesto, no quieren dejar a sus hijas e hijos a merced de un hombre violento, en los casos más desesperados, lxs matan y se matan ellas.
Los periódicos entonces comentan que una loca desnaturalizada asesinó a sus chiquitxs. El monstruo es ella. No nos sorprenda entonces que en un mundo donde toda la responsabilidad recae en ella, y donde está antes el matrimonio y la familia, que la seguridad y felicidad de una mujer, ellas no puedan dejarlos, y ante el terror y sufrimiento porfundo que estos hombres generan, terminen salvándose a través de la única opción que les parece correcta: la muerte.
Opino entonces que primero debemos salvar la integridad psicológica y física de las mujeres, antes que instituciones que nadie sabe bien de dónde mierdas salieron, como el matrimonio y la familia. No es que no crea en el amor de pareja y en lo bonito que puede ser una familia. Sé que cuando funcionan pueden ser una de las fuentes más generosas de felicidad. Pero cuando no, se vuelven una cárcel asfixiante, y entonces parecen meras instituciones con una existencia absurda, pues derivan justo en lo contrario de lo que supuestamente debían hacer. O en otras palabras, terminan por ser el origen de todo el sufrimiento de quien las instituyó en primer lugar, para ser feliz.
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