Lo primero es escuchar activamente. Preguntarle cómo se siente, si tiene miedo, y qué le preocupa. No interrumpirla cuando habla. Sobre todo, no emitir juicios sobre ella. Jamás decirle que es tonta o que si está loca. No decirle lo que debería hacer o lo que tú harías. Recuerda: tú no estás sintiendo lo mismo que ella, ni tienes la familia que ella tiene, ni estás en sus circunstancias emocionales y mentales. No esperes que actúe como lo harías tú desde tu situación, en la suya que tal vez es muy diferente.
Es normal querer que lo deje, sobre todo cuando hay violencia física severa o cuando también maltrata a sus hijas o/e hijos. Hay que tener paciencia. Estar fuera de esa relación nos permite creer que la única y mejor opción es que termine la relación, pero cuando ese está dentro, la cosa cambia sustancialmente. Piensa por ejemplo en el amor de tu vida. O piensa por ejemplo en un hijo tuyo. Si cometiera un delito contra ti, como robarte, o si fuera groserísimo contigo ¿te sería fácil denunciarlo? Tal vez probarías mil estrategias antes de denunciarlo. Tratarías de hablar con él, de que fuera al templo al que acudes, le escribirías una carta. Todo para hacerlo cambiar antes de meterlo a la cárcel. Porque es alguien que amas.
Aparte, nos han enseñado que hablando se entiende la gente, y las mujeres hablan millones de veces con sus parejas maltratantes antes de entender que en situaciones de violencia, hablar no soluciona el problema. Es difícil entenderlo rápido, porque cada vez que hablan, la pareja parece entender. Promete cambiar, dice que esta vez sí tocó fondo y que tiene miedo de perderla. Entonces ella le da otra oportunidad porque tiene demasiado que perder si lo deja: su familia de la única forma que la conoce, la paternidad de sus hijxs, a veces la casa y el sustento económico, y así suma y sigue.
Lo primero es tratar de entenderla. De verdad, si sientes que no la entiendes, tal vez lo más conveniente sea que te limites a escucharla y a ofrecerle un mate/café/té y tu silencio.
Es normal querer que lo deje, sobre todo cuando hay violencia física severa o cuando también maltrata a sus hijas o/e hijos. Hay que tener paciencia. Estar fuera de esa relación nos permite creer que la única y mejor opción es que termine la relación, pero cuando ese está dentro, la cosa cambia sustancialmente. Piensa por ejemplo en el amor de tu vida. O piensa por ejemplo en un hijo tuyo. Si cometiera un delito contra ti, como robarte, o si fuera groserísimo contigo ¿te sería fácil denunciarlo? Tal vez probarías mil estrategias antes de denunciarlo. Tratarías de hablar con él, de que fuera al templo al que acudes, le escribirías una carta. Todo para hacerlo cambiar antes de meterlo a la cárcel. Porque es alguien que amas.
Aparte, nos han enseñado que hablando se entiende la gente, y las mujeres hablan millones de veces con sus parejas maltratantes antes de entender que en situaciones de violencia, hablar no soluciona el problema. Es difícil entenderlo rápido, porque cada vez que hablan, la pareja parece entender. Promete cambiar, dice que esta vez sí tocó fondo y que tiene miedo de perderla. Entonces ella le da otra oportunidad porque tiene demasiado que perder si lo deja: su familia de la única forma que la conoce, la paternidad de sus hijxs, a veces la casa y el sustento económico, y así suma y sigue.
Lo primero es tratar de entenderla. De verdad, si sientes que no la entiendes, tal vez lo más conveniente sea que te limites a escucharla y a ofrecerle un mate/café/té y tu silencio.
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