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Angustia existencial o la falta de estructura en los textos.

El sistema mental que nos permite olvidarnos de nuestra mortalidad no me funciona. Tengo demasiada consciencia de que la vida se me escurre y que en un abrir y cerrar de ojos, voy a estar a minutos de morir. No me asusta lo que pasa después de la muerte. Estoy convencida de que sólo voy a dejar de existir. Me angustia lo rápido que voy a llegar a la vejez, y lo mucho que estoy desperdiciando el tiempo que me queda. Eso por no hablar de que tal vez muera antes de terminar de escribir esto.

Algunas mañanas me despierta una angustia, que al cabo de diez minutos desaparece. Siento que algo me oprime el pecho al recordar la fragilidad de la vida. A veces hago planes de dientes para afuera, porque sé que no tengo garantía de que alcance a ejecutarlos. Se me seca la boca, y las raras veces que no pasa al cabo de unos minutos, no logro concentrarme en las nimiedades con las que lleno cada día. Me exaspera que mientras alguien me habla durante el desayuno, yo estoy luchando por traer mi atención todo el tiempo a lo que me están diciendo. Mi mente insiste en explorar las posibles situaciones que me van a ver morir. ¿Cuánto tiempo voy a agonizar? ¿Voy a seguir feliz con esta soledad autoimpuesta, o voy por el contrario, a añorar que alguien sostenga mi mano mientras pierdo la consciencia? ¿Va a ser doloroso?

Si no puedo detener el miedo ahora, que no tengo una sola prueba concreta de una muerte inminente, ¿qué voy a hacer cuando tenga uno de esos pronósticos de fecha de caducidad? Puede ser que la edad me otorgue un cambio de perspectiva. A la fecha, parece que hacerme mayor sólo incrementa la angustia. No siempre fue así. Tenía 12 años cuando mi abuela se despidió de nosotras antes de morir. Se le veía en paz, satisfecha con su vida y lista para renunciar a la vida. Fue la primera persona cuya muerte me dolió. La primera muerte significativa que tuve cerca. Entonces concluí que toda la gente se moría así, en paz. A la suya, le siguieron varias, y ninguna como la suya. Muertes dolorosas, violentas, repentinas. Creo que mi abuela lo hizo sólo por calmarnos, porque éramos niñas y creería que apenas entendíamos nada. Ahora creo que tal vez sólo escondió su miedo. Ahora tengo miedo de tener miedo.

Por tétrico que suene, me consuela pensar en la posibilidad del suicidio. Jamás la vida me ha puesto en una situación que me haga considerarlo, pero no descarto que lo haga más adelante. Me tranquiliza saber que si estoy en una situación desesperada, existe una salida.

Miento. Suena lógico aunque ansioso. No es miedo a la muerte, sino un vacío extraño que me agobia cuando me doy cuenta de lo absurdo de la existencia. Pero se parece un poco al miedo a la muerte, y creí que a quien lea esto le parecerá más fácil de entender, por mera identificación, el miedo a la muerte que esta vaga angustia provocada por la nada. O peor aún, por una serie de pensamientos absurdos nacidos de no sé dónde. La parte de la angustia en las mañanas es real. Me despierto angustiada pensando en si de verdad esto es todo lo que hay. Sin esperar respuesta, me pregunto por qué esta nuestro cerebro hecho de modo que nos da por hacernos preguntas estúpidas como la del motivo de nuestra existencia. Por más que intente ser racional, una explicación sobre el origen de la vida no me tranquiliza. Me pregunto más por el propósito que por la causa, y la única respuesta lógica es que la vida carece del primero.

La solución obvia es darle un sentido a la vida, pero no me ha funcionado. He tenido una vida llena de significado. Metas a corto, mediano y largo plazo. Metas que cumplo sistemáticamente. No tengo una sola queja, nada qué reclamar. Es más desolador aún saber que no hay algo que pueda siquiera imaginar que le ponga fin a la angustia, que podría ser confundida con desdicha. No lo es. Soy una persona feliz, y no hay algo que me haga falta, de verdad. De cualquier forma tengo angustia, y ver a otras personas me hace sentir angustia por ellas también. Es despertar sabiendo que en un instante va a ser de noche y otro día va a estar tachado en el calendario. Después de un periodo de inconsciencia, el ciclo se reiniciará sin detenerse hasta que muera. Quién sabe si en uno de los ciclos algo cambie y me sienta diferente. Sé que puede pasar porque hay días en los que la angustia se retira y vivo como todas las personas.

Tal vez lo que me hace diferente es mi lucidez. Veo nuestros cuerpos sólo protegidos por este órgano enorme tan fácil de perforar y cómo acumulamos experiencias que se desvanecen al instante, y no puedo dejar de sentir que todo esto es nada. Que somos nada. Que estoy perdiendo el tiempo incluso al escribir esto, pero ¿qué más da? Si este tiempo "desperdiciado" sólo se le resta a otro tiempo que aunque más largo, es igual de inútil.

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