Nacemos machos y hembras, y hasta ahí todo va bien*. Pero luego alguien arbitrariamente supone que es lógico hacer una ridiculez, y le pone a la hembra el rosa y al macho le pone azul. Las leyes mexicanas exigen que el nombre de la cría sea el primer paso para lavarle el cerebro de que por naturaleza, ahora será amante desquiciada del trapeador y su meta en la vida será parir, o si fuese crío entonces le harán creer que no vale nada si no tiene un falo enorme y es capaz de producir y mover la economía bestialmente.
Empieza la mutilacion, y si eres macho no te salvas de tu fealdad porque no se te permite el maquillaje. Si eres hembra entonces no es opción porque estás obligada a ser perfecta. Si eres hembra serás mujer, y entonces te mutilan los deseos que tenías de llegar lejos profesionalmente, porque te llaman ambiciosa, y en femenino esa palabra es un insulto. Si eres macho entonces no se te ocurra pintarte las uñas aunque las encuentres así más bonitas: eres macho y tú único adorno es un fajo de billetes. Serás hombre y te mutilarán de los deseos que puedas aún albergar, los que hayas rescatado de tu primera infancia cuando te prohibieron jugar con muñecos, de ser padre-padre, no sólo padre-proveedor. Pobre de ti si quieres ser educador, o cualquier cosa en la que quieras portarte tierno y dulce, porque del abanico infinito de emociones posibles, a ti sólo se te permite mostrar ira, y la ira no sirve para cuidar.
Luego el género limita estúpidamente nuestras posibilidades de ejercer nuestra sexualidad. A las hembras las reprime horriblemente, desde cerrar las piernitas al sentarnos, hasta no poder alcanzar un orgasmo en toda la vida. A los hombres los vuelve esclavos emocionales de su capacidad de tener sexo, como perros, siempre y con cualquier persona. En eso nos aventajan un poco: si somos promiscuas el peso de la crítica nos aplasta y consume. Si ellos lo son, reciben aplausos. ¿Pero qué hay de los que por decisión propia no quieren hacerlo? Son presionados ad nauseam. Las mujeres terminamos siendo objetos sexuales y los hombres consumidores obligados y devoradores de ese objeto. A las hembras se les enseña que un valor importante es la culpa y el sacrificio. Hay que elegir entre ambos: sacrificarse por el resto de la humanidad, o vivir con culpa por ser "egoísta" (que en el contexto de las mujeres, significa simplemente pensar en sí misma). A los hombres se les enseña que es saludable regodearse en sus privilegios sin que sea necesario sumarse a la causa perdida de la igualdad.
No me molesta que existan hembras y machos en nuestra especie. Lo que me fastidia es que existamos hombres y mujeres, porque ambos géneros son el resultado de una mutilación de años, que corta brazos, piernas y sueños a las personas, limitando sus opciones en base a una estupidez ar-bi-tra-ria.
*Simplificación ridícula, para cuestiones prácticas, y para evitar que mi mente ramificada termine hablando de intersexualidad y haciéndome bolas con las bolas/gónadas.
Empieza la mutilacion, y si eres macho no te salvas de tu fealdad porque no se te permite el maquillaje. Si eres hembra entonces no es opción porque estás obligada a ser perfecta. Si eres hembra serás mujer, y entonces te mutilan los deseos que tenías de llegar lejos profesionalmente, porque te llaman ambiciosa, y en femenino esa palabra es un insulto. Si eres macho entonces no se te ocurra pintarte las uñas aunque las encuentres así más bonitas: eres macho y tú único adorno es un fajo de billetes. Serás hombre y te mutilarán de los deseos que puedas aún albergar, los que hayas rescatado de tu primera infancia cuando te prohibieron jugar con muñecos, de ser padre-padre, no sólo padre-proveedor. Pobre de ti si quieres ser educador, o cualquier cosa en la que quieras portarte tierno y dulce, porque del abanico infinito de emociones posibles, a ti sólo se te permite mostrar ira, y la ira no sirve para cuidar.
Luego el género limita estúpidamente nuestras posibilidades de ejercer nuestra sexualidad. A las hembras las reprime horriblemente, desde cerrar las piernitas al sentarnos, hasta no poder alcanzar un orgasmo en toda la vida. A los hombres los vuelve esclavos emocionales de su capacidad de tener sexo, como perros, siempre y con cualquier persona. En eso nos aventajan un poco: si somos promiscuas el peso de la crítica nos aplasta y consume. Si ellos lo son, reciben aplausos. ¿Pero qué hay de los que por decisión propia no quieren hacerlo? Son presionados ad nauseam. Las mujeres terminamos siendo objetos sexuales y los hombres consumidores obligados y devoradores de ese objeto. A las hembras se les enseña que un valor importante es la culpa y el sacrificio. Hay que elegir entre ambos: sacrificarse por el resto de la humanidad, o vivir con culpa por ser "egoísta" (que en el contexto de las mujeres, significa simplemente pensar en sí misma). A los hombres se les enseña que es saludable regodearse en sus privilegios sin que sea necesario sumarse a la causa perdida de la igualdad.
No me molesta que existan hembras y machos en nuestra especie. Lo que me fastidia es que existamos hombres y mujeres, porque ambos géneros son el resultado de una mutilación de años, que corta brazos, piernas y sueños a las personas, limitando sus opciones en base a una estupidez ar-bi-tra-ria.
*Simplificación ridícula, para cuestiones prácticas, y para evitar que mi mente ramificada termine hablando de intersexualidad y haciéndome bolas con las bolas/gónadas.
Comentarios
Besos.
Saludos
Me voy a poner a leer al respecto, porque como puedes ver, no tengo idea. Gracias por el comentario.
Misteriosa: por supuesto que puedes, toma lo que quieras.
interesantísimo blog;)