Entra un ladrón en la casa. Los niños, niñas y mujeres se esconden. El hombre, tiene que cumplir con su papel de macho valiente, y aunque esté aterrado, sale a dar la cara. En el fondo, está muerto de miedo, pero es más fuerte el miedo a no ser lo que la sociedad le exige, y cree que tendrá más represalias reconocer que le gustaría no ser él el que tenga que salir a defender al resto de las personas. El ladrón, por su parte, también tiene miedo. Pero es muy pobre y tiene que llevar algo a su casa, estuvo batallando por meses para encontrar trabajo y no le quedó opción. En algún lugar de su mente, sabe que le encantaría que la mujer con la que vive y tuvo un hijo y una hija, tuviera un trabajo que les facilitara la vida con un sueldo más. Pero así le enseñaron que eran las cosas: él tiene que proveer. Claro que disfruta que ella se encargue sola de la crianza y las cosas del hogar, pero realmente lo aliviaría no cargar con el peso de toda la economía familiar. Aunque gracias a eso es ...