Tú creces y en cuanto puedas te casas o te vas a vivir con un hombre. No esperas ni un año cuando tienes el primero de una serie de embarazos. No es opcional. Después crías a tus hijos e hijas, haces todo el quehacer doméstico, no esperas nada a cambio. Tu trabajo no es remunerado, sólo te mantienen para que no te mueras de hambre (más o menos como a una esclava). Tienes que pedirle permiso a tu esposo para salir, y él toma tus decisiones: si trabajas por dinero o gratis en la casa, cuántos embarazos tienes y cuando, qué ropa usas, a quiénes puedes ver y a qué horas tienes que estar en la casa. La palabra "sírveme" te la dice con relativa frecuencia, y tú no ves nada malo en ello.
Así creces, así pasan los años y un día tus hijos e hijas se van de casa. Acabas de perder la mitad de la identidad. Eras una madresposa, tus planes de vida, tus sueños, tus ganas, se reducían a cuatro paredes y aquellas personas a las que tenías que servir. Tu cuerpo se arruina, ya no eres joven y estás cansada. Ya no eres madre, tampoco esposa. La esposa quedó en segundo plano. La mujer, quedó en tercero. ¿La persona? ¿La humana que se supone que naciste siendo? A esa jamás la conociste.
Desde antes de nacer preguntaban si serías niño o niña. En la a al final de esa palabra estaba un rol que tuviste que asumir completo. Tienes que estar bella siempre, tienes que ser callada y servicial, no emitir opiniones, de preferencia no tenerlas. Ni siquiera sobre ti misma. De preferencia, olvida lo que te gusta y no tengas ganas de nada. Eres una máquina sin espíritu. Tus únicos logros son los de tus hijas e hijos. Difícilmente te sientes orgullosa de ellos con profundidad... finalmente son sus logros, no tuyos. La capacidad de amar la tiene casi cualquiera, recuerda la distinción entre sentirte feliz por sus logros y creer realmente que te los deben a ti. También las gatas y las palomas crían. También sus crías llegan a ser adultas. No hay nada extraordinario en ello.
¿De dónde sacas entonces iniciativa? ¿Cómo le haces para no deprimirte cuando pierdes la identidad junto con la adultez de tus hijas e hijos? ¿Cómo te sientes pareja de alguien que te ha tratado como su sirvienta? ¿Cómo te dedicas a una pasión si no conocías ni esa palabra? No podemos esperar a que te cuestiones tu identidad y tu camino... te enseñaron a hablar al mismo tiempo que te enseñaron que eso es de un mundo que no te pertenece, este mundo, un mundo de hombres que difícilmente vas a cambiar, porque tienes cero iniciativa.
*Lo anterior es una carta-lamento de una mujer que ha vivido así por años, una mujer deprimida que no ve razón a su existencia, y no tiene idea de qué música escucharía si fuera soltera. Una mujer que justo hoy descubrió que dentro de ella vivía la iniciativa para tener las riendas de su vida, que hoy dijo que era el último día que le pedía permiso a su compañero pa-ra-cual-quier-co-sa.
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