A veces siento que una vida es poco, que no basta, que 100 años en serio son nada. Cien años. Una sola vida. Un sólo color de piel para siempre, una sola profesión, o más pero de una forma extraña, de forma que comprueba el dicho de "el que mucho abarca, poco aprieta". Que elegir una opción siempre es necesariamente renunciar a todas las demás. Yo quiero ser como Sabina, que se contenta con imaginar que es un pirata cojo sin tener que recurrir a la amputación voluntaria. Yo quiero ser todo de una vez: tener la piel amarilla y los ojos rasgados, medir dos metros y luego ser enana. Ser hombre, ser mujer, ser andrógina e intersexual. Ser filósofa y escritora, ser demente y rea, ser jueza y ser pintora. Tener un amor de mi vida que me dure para siempre, pero pasar un año sola en el desierto. O sola en la selva o en una cueva de meditación tibetana. Quiero leer todos los libros del mundo, y escribir hasta que se me agoten las ideas. Plantar árboles, criar weimaraners, hacer gallet...